lunes, 2 de septiembre de 2013

Prohibido reír



Una ve esta imagen de 100 independentistas catalanes, 100, a lo largo de los más de 8.500 km de la Muralla China y podría hasta sonreír con simpatía si acto seguido no hiciera el ejercicio de comprobar los titulares que la maquinaria propagandística del nacionalismo ha adjudicado a la foto. “Éxito”, “toma de la Muralla” o “espectacular imagen” son algunas de sus expresiones, que dejan la pesca salmones de aquel Franco decrépito en un mero accésit en el Olimpo de lo grotesco. Sonreír no... Al final es que te tienes que reír.

Desde la campaña de Mas con los brazos en alto cual Mesías, el independentismo ha sufrido una deriva hacia el esperpento que su supuesta vocación internacional, cosmopolita, moderna y 2.0 no ha hecho más que poner de manifiesto e incluso agravar, si es que cabía. El contraste entre tales pretensiones y los delirios de la propaganda que las acompaña es demasiado grande:


El tema en sí no pasaría de lo anecdótico, insisto, si no se le intentase dar toda esa pátina de seriedad desde organismos y medios oficiales y, lo que es peor: si no se nos prohibiese reír. Porque al final se trata de eso: no te puedes reír. Ni siquiera cuando el Institut Nova Història dice que Cervantes se llamaba Servent y escribió El Quijote en catalán pero la pérfida Castilla le obligó a traducirlo. Yo, de raíces asturianas, me imagino que un historiador dice que El Quijote se llamaba El Quixotín y que en realidad se escribió en Llanes y me da a mí que por aquellos lares no paran de reír hasta el año 2020. Pero en Cataluña no: reírse del INH o de cualquier cosa de dentro de sus fronteras, por hilarante que sea, es un crimen de lesa humanidad, una ofensa y un acto de alta traición.

Basta con ver cómo un “bufón” (dicho desde el mayor de los respetos) se ha convertido en la mayor bestia negra del nacionalismo. Albert Boadella, visionario y genio catalán en el “exilio”, solo tiene el arma de la risa y la provocación, llevando al delirio su oposición al nacionalismo y ofreciendo el reflejo grotesco de lo que en realidad se está convirtiendo Cataluña, de aquello que nadie quiere ver… Resulta sintomático y a la vez estremecedor que sea precisamente eso, su irreverencia y no su españolismo, lo que los nacionalistas consideran hoy el peor de los insultos a la patria.

En medio de este panorama la carcajada es, más que una necesidad, un acto revolucionario. No queda sino reírse; por higiene y por dignidad, por rebeldía y, aún más importante, por estética. Lo sabe bien un hombre de la cultura como Boadella, admirable sobre todo porque en ninguna circunstancia, ni en el franquismo ni en el pujolismo ni en el pospujolismo, ha dejado nunca de reír.

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Nota: Me permito añadir, porque lo acabo de ver, este artículo de directe.cat, lacerante ejemplo de que en Cataluña hay quien pretende criminalizar la ironía y prohibir reír, recurriendo si es necesario a la amenaza y al tono mafioso que refleja el fragmento que reproduzco: "Albián i el 'conde' haurien de fer memòria i recordar que un temps no massa llunyà un director de La Vanguardia, Luís Martínez de Galinsoga, va insultar els catalans, i això ja els va costar un disgust." Espeluznante...

15 comentarios:

  1. Su artículo rezuma inteligencia y humor,son dos cosas que van juntas sin excepción.

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  2. Gandhi: "First they ignore you, then they laugh at you, then they fight you, then you win.” Estem a punt d'iniciar la quarta fase i n'hi ha que encara van per la segona...

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  3. Je, je Vichyn, algunos ya nos impacientábamos por una de esas perlitas tuyas tan gratificantes.
    Todo lo excesivo, todo lo que se aleja del sentido común mueve a risa y es fácilmente pariodable.
    Y la deriva separatista del nacionalismo catalán está superando últimamente todos las cotas de falta de sentido del ridículo. Desde las declaraciones surrealistas de un Joel Joan en pleno éxtasis patriótico y de autobombo de su última creación, llamando Kunta Kinte (como podría haberlo llamado Fu Manchú o Sandokan, sin despeinarse y sin aflojar la tensión permanente de sus pectorales)al freak ese de las etiquetas de los supermercados (el "primer hombre libre" nada más y nada menos), pasando por los esfuerzos desesperados por llamar la atención del mundo y despertar las simpatías internacionales hacia las pretensiones catalanistas (compitiendo para ello con la crisis global, el paro juvenil, los problemas domésticos de cada país, Siria, Egipto, etc...)a base de gestas como esta de la Muralla Cchina, (que yo desconocía totalmente, como supongo que desconocerán los suecos o los neozelandeses, a no ser que haya habido una reseña al final de los informativos veraniegos, justo entre de la del nacimiento de un conejo con dos cabezas y la de la carrera del queso rodante en no sé que lugar de la campiña inglesa)y terminando con las declaraciones cada vez más alucinadas de la clase política nacionalista catalana, que parece sumida en un complejo de Peter Pan severo mezclado con un mal viaje de peyote, cualquiera tiene munición de sobra.
    Sin embargo, por grotescos y risibles que sean esta panda de iluminados, precisamente por ese fanatismo y esa falta de empatía que les lleva a comportarse de manera tan irracional, son muy peligrosos. Nadie sabe por donde pueden salir, y urge desactivarles políticamente lo antes posible, antes de que el estropicio sea irreparable y no Kosovo, sino Sudán del Sur se convierta en el modelo que guía sus pasos.

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  4. De todos modos, lo que en teoría debía demostrar a un mundo entre estupefacto y maravillado que no solo Cataluña es una nación, sino que es la más antigua y fascinante del orbe, y que además necesita un estado separado del que la cobija actualmente para desarrollar todo ese inconcebilble potencial, está siendo a la postre un comportamiento tan errático y extravagante, tan sumamente bananero y tan alejado de algo mínimamente coherente, razonable, y digamos occidental, que el efecto producido, si es que hay alguno, es precisamente el opuesto.

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    1. Ahí has tocado un punto clave: el sentimiento de superioridad que subyace, ya no tras todos esos actos más o menos estrafalarios, sino tras el tratamiento épico y victimista que la propaganda nacionalista les da, convierte lo que sería de otra forma un simple sainete en algo más cercano a la tragicomedia.

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    2. Existe una palabra que me encanta para denominar eso que comentas: esperpento. Es un esperpento. Todo este asunto se ha convertido en un auténtico esperpento.
      Sólo desde el narcisismo nacionalista se puede entender el aire de epopeya que envuelve lemas y acciones más propias de Beliebers adolescentes que de adultos hechos y derechos.
      Solo con cambiar los nombres un se da cuenta del despropósito: si uno viajando por el mundo se encontrara con grupos de activistas repartiendo dípticos con la leyenda "tourist remember, you are not in India, you are in Uttar Pradesh" o "you are not in Brazil, you are in Mato Grosso" ¿alguien con dos dedos de frente cree que les prestaría más atención que a un grupo de Hare Krishna, de Testigos de Jehová o de radicales animalistas veganos repartiendo su propaganda? Pues eso.

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  5. De todas formas, sobre el caso del INH y la autoría del Quijote sí hay quien se ríe en Cataluña:

    http://proyectodiogenes.blogspot.com.es/2009/11/leer-parodias-de-libros-de-caballerias.html

    http://proyectodiogenes.blogspot.com.es/2012/04/revelaciones.html

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    1. Lo estoy leyendo ahora mismo y me está encantando. Absolutamente necesario. Lo sigo desde ya.

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  6. Bravo Vicheja! Te añoro en la avenida. :*

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    1. ¡Marcela querida! Cómo me alegra leerte. GRACIAS por venir. :-*

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  7. Es reír por no llorar, porque entre estos de la muralla, el Sala Martín con su americana "estelada" haciendo el ganso en Nueva York, los nudistas con la banderita, el pack de la butifarra para sobrellevar la cadena, el Independence Game, los condones en el aeropuerto, el Tardà y su camiseta,... es para irse de retiro al Tíbet hasta que escampe, si es que escampa.

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    1. ¿Condones en el aeropuerto? Jajajaja. Yo no puedo más, de verdad te lo digo...

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